miércoles, 21 de marzo de 2018

Correa en Rosario

Todos quienes me conocen saben que mi lucha, desde la adolescencia, ha sido de ideas, de hechos, de contrastes. Jamás, ni el contrincante más necio ha recibido de mi parte una agresión verbal, mucho menos física. Lamentablemente la violencia que el socialismo del siglo XXI sembró en Latinoamérica no entiende de razones.
La tarde de ayer, el expresidente del Ecuador recibió un nuevo Honoris Causa, de parte de la Universidad Nacional de Rosario, universidad en la que de momento estudio. No hice nada más que, días antes, expresar mi inconformidad, con argumentos, a líderes universitarios, de quienes no recibí respuesta alguna. No asistí al evento para evitar confrontaciones. Pero la tarde de hoy, a las 18h30 (hora Argentina) Rafael Correa se presentaba en la explanada de la Facultad de Ciencia Política y RR.II., por lo que decidí asistir, con algunos volantes, para en silencio, sin insultos y sin violencia, enseñar la otra cara de Rafael, lo que en el extranjero se desconoce. Acudí media hora antes para no interrumpir el futuro monólogo correista.
Cuando había repartido unos veinte volantes se acercaron a mí dos mujeres integrantes de la agrupación denominada La Cámpora, quienes robaron parte del material que había impreso, lo rompieron frente a mí y en medio de golpes en el pecho, arañazos e improperios sustrajeron los volantes restantes. Entre el griterío que armaron ellas y otros adultos mayores asistentes, me exigían que abandonara el campus universitario porque soy supuestamente de la derecha, enviada por el Clarín ecuatoriano y demandaban que confiese a qué partido político pertenezco. Todo esto en medio de profesores, estudiantes, camarógrafos, pueblo en general, muchos como espectadores silenciosos, porque al parecer, si no piensas como ellos da igual lo que te hagan. Solo un joven, un completo extraño intervino para contener al miembro más voluminoso de mis atacantes; a ese joven posiblemente le debo mi vida y estaré eternamente agradecida.
Solo después de respirar un poco y calmar mis nervios, saqué mi celular para grabar los restos de mis volantes llenos de verdades transformados en basura. No sabía que eso era la provocación para empezar un segundo round de ataques, que es lo que quedó grabado en el video que comparto.
No entiendo el miedo a las ideas, el miedo a leer el otro lado de la historia, el miedo a la verdad.
Si a usted no le gusta lo que lee: no lea. Pero pensar diferente y no querer conocer la verdad no le da derecho a atacar a otro ser humano. Sus ideas no tienen derechos, las personas, a las que ataca, sí.
No tengo enemigos ni ideas suicidas. Si algo me llegase a ocurrir responsabilizo a La Cámpora.