lunes, 6 de noviembre de 2017

Esa extraña máquina que es el ser humano

Somos máquinas extrañas, complejas… es divertido cuando aprendemos a conocernos un poco. Mi cuerpo por ejemplo tiene dos emociones que las refleja en la temperatura corporal, la primera es el coraje, pero no me refiero a lo que sientes cuando el conductor del colectivo te deja «en visto» y sabes que si esperas al siguiente, llegarás tarde al lugar al que debes ir. No, me refiero al coraje del tipo descubrir que vendiste un fino producto artesanal y te pagaron con dólares falsos, ante situaciones así, un poco extremas, mis manos, mi rostro, mi estómago arden. La segunda emoción es la indignación, pero no la indignación originada por los que dicen que están peleados con el régimen anterior pero tienen a la misma gente y adoptan las mismas medidas de sus criticados, me refiero a la indignación que te provoca que gente a la que estimas o en la que confías te traicione, en cuyo caso me pongo pálida, helada, no puedo hablar y me tiemblan las manos. Y eso lo viví ayer, en la madrugada más amarga de lo que va del año.

Poco hablo de mi vida personal, pero esta vez es necesario. Mi novio es la persona más dulce y paciente que puedan imaginar, es un hombre muy noble, con defectos como todos los tenemos, despistado con las fechas y favores por ejemplo, pero también es la persona que rompió un muro muy fuerte que durante años edifiqué a mi alrededor. 

Después de la muerte de mi mamá quedé devastada. Me desconecté de quien era yo, ella era mi mejor amiga, mi hermana, mi consejera, mi roca… mi todo, con su fallecimiento perdí a toda mi familia. En un intento por olvidar el dolor y la angustia que me provocaba el encierro en una casa que ya no reconocía como mía; sala, comedor, tres habitaciones internas, dos baños, patio delantero y trasero, gran cocina, habitación exterior, una gata y yo. Silencio profundo, abrumador. Recuerdo quedarme mirando el techo por horas con mi gata junto a mí y escuchar el latido de un corazón solitario. Recuerdo levantarme asustada en las madrugadas, caminar al closet de mi mami y abrazar su ropa buscando un vestigio de su olor para recuperar la calma. Recuerdo llorar en silencio mirando su cama fría y solitaria. Recuerdo sentirme pesada y pequeña. Recuerdo vivir queriendo escapar. Recuerdo haberme convertido en un zombi.

Mi salida fue aceptar cada una de las invitaciones que me hicieran para no estar sola en casa. Trabajar hasta tarde, ofrecerme para trabajar en feriados y quedarme hasta tarde en la oficina. Salir a comer a lugares ruidosos, hacer ejercicio hasta querer vomitar del dolor. Tomar tequila hasta que me dolieran los dientes por el limón y la sal… y bailar, bailaba hasta que me temblaban las piernas. A pocos días de la muerte de mi mamá se presentó Marc Anthony en Viña del Mar, a ella le fascinaba ese cantante, casi tanto como Carlos Vives, puse el volumen a todo lo que daba y dancé por la habitación de mi mami, mirando la tv SONY de pantalla plana con sus grandes 29” en un aspect ratio de 4:3 hasta que salió «Aguanile» y caí de rodillas al piso, llorando sin poder controlarme. El duelo fue una cosa muy extraña, no sé cómo funciona para los demás, para mí fue una gran actuación. Fue mirarme en el espejo a ensayar sonrisas y frases que disimularan mi estado. Controlar desde algún universo paralelo esa marioneta que era mi cuerpo. Soledad, miedo, frío, hambre.

En medio de las múltiples malas decisiones que tomé como zombi, estuvieron las fiestas, mismas en las que descubrí que mi cuerpo anunciaba que me estaba embriagando con un hormigueo en los brazos, ante lo cual me encerraba a vomitar lo consumido para poder salir a seguir bebiendo con una sonrisa en la cara, porque no me debían ver triste. Inspirar lástima me asustaba quizás un poco más que la soledad. Los amigos que entendieron mi dolor y me acompañaron y cuidaron en esa etapa, aunque estemos lejos, siempre podrán contar conmigo, les debo mi vida. Al mirar hacia atrás pienso en todos los peligros a los que me expuse y cómo nunca me pasó nada malo. Tuve un amigo que acompañó, vigilante, muchas de mis sesiones de autoflagelamiento, no sé si debido a que recientemente había pasado por una pérdida similar a la mía, pero tal vez yo estoy viva y casi intacta gracias a él. Durante mucho tiempo fue como un hermano mayor para mí y hasta cuando me he enojado con él he sentido que así debe sentirse discutir con tu familia, estar resentida pero conservar las ganas de protegerlo y verlo triunfar.

Llegaron, poco tiempo después, los amores, uno en concreto. Me volvía a sentir segura, no estaba sola. Pero claro, mi carencia afectiva y mi desconexión con mi verdadero yo pasaron factura. Permití innumerables vejámenes por miedo a no agradarle, a enojarle; fui e hice lo que quiso, él era mi Tierra y yo la Luna que giraba sin cesar a su alrededor. No sé si esta persona fue buena o mala, por respeto a los buenos momentos prefiero no encasillarlo en un papel, pero sí puedo hablar de esa relación, que durante casi dos años destruyó lo poco que quedaba de mí. Él hizo conmigo todo lo que yo permití que hiciera, porque siempre perdoné, hasta que me cansé y rompí el círculo, pero dolió como nunca. Fue un dolor diferente al duelo, esta vez dolía el orgullo… no encontraba mi dignidad, solo sentía vergüenza, me sentía usada y sucia. Recordé que seguía enojada con el mundo.

Durante todos esos años, con o sin relaciones afectivas, yo mantenía la alegría o el coraje como barrera. No profundizaba en nada, era yo manejando la máquina desde lejos, para no quebrarme, para que nadie se entere de lo rota que estaba por dentro. Fingir felicidad, contar los pasos, preparar las frases, medirlo todo, vomitar y sangrar. Entonces conocí a mi novio.

Siento que con él estoy en equilibrio, en calma, tomo decisiones de manera consciente. Planificamos a corto, mediano y largo plazo. Nos enojamos, tomamos oxígeno para calmarnos y nos perdonamos. Hablamos, nos obligamos a ser mejores, a consolidar esta sociedad que día a día fortalecemos y de la que ambos somos pilares igual de importantes.
Este fin de semana estuve a punto de perderlo y sin saber. Mientras un grupo de personas, a quienes me rehúso a denominar «amigos», me mentían sobre su desaparición, se rendían y lo abandonaban, él yacía desmayado exponiéndose a una muerte por broncoaspiración mientras a mí me decían que estaba «jugando en las maquinitas de un casino con su celular apagado». Al conocer la verdad recordé mis días malos, los años en los que pese a ser autodestructiva mis amigos cuidaron de mí, me buscaron y protegieron, porque eso hacen los amigos, eso es lo que se hace por quien a uno le importa. Con los amigos es normal resentirse, alegrarse, solidarizarse o enojarse, pero jamás se podrá vincular la amistad con el abandono.

Los amigos no abandonan.


Si tú que me lees, atraviesas alguna situación de estrés que involucra a un amigo tuyo y estás cansado, tienes derecho a alejarte, pero permite que otro pueda reemplazarte, no le niegues la oportunidad de socorrer a quien lo necesita a una persona que se preocupa por aquel que te estresa, a aquella persona a la que ama. Tú, como amigo, no tienes ninguna responsabilidad ante la ley de ser solidario y buen amigo, pero cuando le mientes a quien puede y quiere brindar su ayuda, estás jugando con vidas humanas, con afectos y responsabilidades que los lazos afectivos encierran.

Intenta siempre ser buen amigo, pero si no puedes con eso, permite que otro pueda portarse como tal.

martes, 3 de octubre de 2017

Rescatemos la República

Ha sido muy complicado para mí encontrar las palabras para esta entrada. En la materia que me apasiona, política, tiendo a ser negativa, en un intento de estar preparada ante cualquier adversidad, buscar respuestas antes del surgimiento de las preguntas, siempre necesito un plan B y obligarme a ser meticulosa. Pero esta vez, siento que no necesitamos más negativismo que el que nos ofrece la evidente realidad.

Ecuador ha pasado… no, Ecuador atraviesa momentos sumamente vergonzosos, más allá de la postura política que creas tener, es innegable la corrupción que poco a poco se empieza a demostrar, el saqueo de 10 años de un grupo político que operó con la fineza de una banda criminal. Es horroroso y sorprendente que exista gente que todavía, pese a las pruebas en contra y las contradicciones de sus defendidos elijan seguir siendo cómplices demostrando su apoyo. Gente tan aferrada al poder y sin un mínimo de decencia, conciencia o inteligencia, seres a los que no les importa la integridad de la República, solo seguir enquistados en el poder, porque claramente no apoyan solo por un puesto burocrático sino por no perder su estatus.

Pero Ecuador cayó en manos de la delincuencia verde no precisamente como resultado de un resbalón en la perfecta vida republicana del país. Desde que tengo uso de razón la mayoría de los políticos ecuatorianos, de izquierda o derecha, han sido una vergüenza. Una raza que se acostumbró a defender a empresarios, sindicatos, medio ambiente y minorías, pero únicamente de dientes para afuera, ya que por debajo de la mesa negociaban cargos para sus amigos, empresas familiares o colaboradores de campaña a cambio de silencio, manipulación o hermetismo. Lo que me entristece es que sean esas mismas momias, que irrespetaron la institucionalidad del país en tantas ocasiones, las voces que todavía nos representan.

¿Por qué? ¿Dónde está el relevo generacional? Hemos sufrido diez años de atropellos no solo en materia de corrupción, tenemos desaparecidos, presos políticos, denunciantes asesinados de maneras inverosímiles… y todo lo hemos soportado callados, aislados, decepcionados pero en calma. Los jóvenes también somos responsables de la vergüenza mundial que hoy provocamos por no interesarnos, por ser irresponsables con la Patria y no prepararnos para defenderla. Esto no es un llamado a las armas ni a la violencia. La única manera de ser responsables con la tierra que nos vio nacer es leyendo, investigando, contrastando fuentes, poniendo en práctica nuestro sentido crítico, asumiendo responsabilidades, intentando ser mejores cada día, entendiendo que debemos empezar a cumplir obligaciones para exigir beneficios.

Yo sé mucho de política, he estado involucrada en ella indirectamente desde temprana edad y formalmente desde los dieciséis años, conozco las corrientes que inundan mi país, estudio para ser politóloga y pese a todo lo que he leído y vivido en este mundo soy la primera en reconocer que desconozco un universo de lo que tengo a disposición. Carezco de una fórmula mágica y perfecta para mejorar el país que tanto amo y nadie nunca la va a tener, porque el mesías político no existe. Nadie va a venir a salvarnos porque no necesitamos ser salvados. Todos tenemos diferentes capacidades que nos ayudan a mejorar como colectivo, porque la división del trabajo es resultado y hacedora de un movimiento solidario.

Necesitamos equipos de gente preparada que administren correctamente los impuestos que cedemos para que sean utilizados como red solidaria orgánica, que nos unan sutilmente pese a las diferencias que existen de persona a persona, pero que al mismo tiempo nos permitan ser libres y responsables. Porque con la libertad vienen grandes cosechas condicionadas por la responsabilidad y una especie de azar al que me ata el libre albedrío, ya que no todo puede ser medido o proyectado, pero es mi obligación como adulto libre del siglo XXI capacitarme y adaptarme para alcanzar mis metas. El político que garantice mis derechos y entienda que es un simple funcionario, que no merece reverencias y que no puede aferrarse a un cargo que debe evolucionar como la sociedad misma, ese es el político que necesito y al que le entregaré mi voto. No esperando que me lo retribuya con «puestitos» o fotos que acrecienten mi ego, ni siquiera necesito que me caiga bien, solo que sepa administrar al país.

En medio de la agonía que me genera la apatía de mi generación Álvaro Vargas Llosa, en su apabullante humildad que solo el conocimiento puede sembrar, me invitó a tener esperanza. Los miles de jóvenes que se unieron tras el terremoto del 2016 son un ejemplo de lo que la gente en libertad puede hacer, el grado de organización impoluto al que se puede llegar. Los veedores de la democracia en la última contienda electoral, que se enfrentaron a una cancha inclinada, árbitro y jueces de línea que defendían al rival… personas que no desmayaron y dieron la cara en vigilia al pie del CNE, gente que escribió, habló, se involucró… ellos son el futuro prometedor de mi país, el problema es que aún no lo saben. Esa gente todavía no es consciente del poder que tiene en sus manos, pero ojo, como lo dijo Franklin D. Roosevelt en 1945 «un gran poder conlleva una gran responsabilidad». Es entonces jóvenes abogados, carpinteros, médicos, publicistas, zapateros, empresarios, enfermeros, contadores, amas de casa, parvularios y demás gente honrada que cree en un país mejor, a ustedes me dirijo para que despierten. De los milenios que el hombre ha caminado sobre la faz de la tierra, apenas unos pocos los ha hecho en democracia. En nuestro continente esta palabra es una bebé en pañales que está aprendiendo a crecer, no le podemos pedir ser perfecta, pero reforzando la República y la independencia de los poderes del Estado la ayudaremos a crecer en plenitud. Tenemos el poder de cambiar al mundo y también la responsabilidad de formarnos adecuadamente para lograrlo.

Yo les propongo el compartir lo que sé, conforme vaya aprendiendo, un diálogo permanente para capacitación política, por Skype o Facebook, bajo el método socrático. No importa si eres adolescente o una joven alma en el cuerpo de un adulto mayor, de izquierda o derecha, yo no creo en esos alineamientos, pero si tienes una tendencia estás en tu derecho. Permíteme ayudarte con herramientas que te permitan sacar las conclusiones que necesitas, solo que ahora tendrás una base sobre la cual discernir. Mi pago, porque nadie trabaja gratis, será la retroalimentación, abrir mi mente a diferentes posturas y realidades, la satisfacción moral de contribuir con un grano de arena a la distancia para calmar la conciencia cívica.

Juntos rescatemos la república, si te interesa, déjame un mensaje por interno.

Por la atención a la presente quedo agradecida,


Maritza De La Cruz Mendoza

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Bienvenidos a Ecuador

No deja de sorprenderme cómo nos mueve el odio, la envidia o el afán de destruir a otro ser humano… es como que recibimos alguna extraña satisfacción cuando encontramos un defecto en otro que nos permite sacar a relucir todas nuestras fobias de manera que no se note que lo que hacemos o decimos esconde un complejo o simplemente maldad.

Yo, como migrante, suelo buscar cosas que me recuerden a mi país, Ecuador. Donde encuentro mucho material entretenido es en YouTube, plataforma en la cual muchas veces vi videos en el canal de Rebeca Lebetkevicius, a quien no conozco, pero jamás me sentí ofendida. Eran muchos los compatriotas que comentaban e interactuaban con la joven, nunca vi una crítica negativa… hasta que días atrás un joven subió un video en el que una venezolana, vendedora ambulante, cometía el sacrilegio de responder que no le gustan los ecuatorianos por sus rasgos indígenas (le parecemos feos porque parecemos indios). Allí empezó la cacería de brujas.

Pero cómo empezó la última cruzada pro-xenofobia en el Ecuador, un individuo, pregunta insistentemente a una mujer, que está acompañada por su esposo también venezolano, si le gustan los ecuatorianos. Ella con una sonrisa nerviosa responde que no y ante la insistencia poco profesional del entrevistador continúa, explicando que a sus ojos son feos porque parecen indios. ¡BOOM! Sinceramente no me gusta que se utilice la palabra «indio», prefiero la palabra indígena, sin embargo, tanto la RAE, como los libros de historia, sociología y más, utilizados para diversos niveles de estudios, utilizan aquella palabra: indio. A mí no me ofende no parecerle atractiva a alguien, prefiero que no me cosifiquen y no sientan la necesidad de juzgar si soy guapa o fea, pues la belleza es subjetiva e irrelevante, por lo tanto si a alguien le parezco físicamente desagradable, está en su derecho. Indígena no soy, pero sé que algún antepasado de una etnia originaria de América debo tener, me siento orgullosa de eso… del mestizaje, de la mezcla, de toda esa riqueza cultural de la que disfrutamos gracias a ser un continente construido por migrantes y que de apoco intenta superar viejos conflictos latentes desde la invasión española. Es precisamente ese orgullo que me inculcaron por mi país y sus diferentes grupos, que me hace imposible sentirme insultada cuando me dicen «india», mucho menos cuando he sufrido verdaderos ataques xenófobos en el país en el que resido y se nota la diferencia entre decir que algo desagrada a querer la destrucción de una raza entera por considerarla inferior. La joven del video tuvo una falta de criterio terrible al no «suavizar» su opinión teniendo una cámara frente a ella. Falta de experiencia, ingenuidad, nerviosismo, ignorancia… no lo sé, veo muchas cosas en los videos que hoy circulan, pero no veo maldad en las extranjeras.

Días después alguien recuerda haber escuchado a la reportera venezolana del lindo canal, Rebeca Lebetkevicius, y decide editar un video en el que solo se la ve fruncir el ceño mientras imita a una vendedora ambulante de espumilla y luego explicar por qué se le quitaron las ganas de probar el maduro asado. Tanta es la mala suerte de la chica, que muchos ecuatorianos se sienten ofendidos porque en el video explica que ese sonido, llamativo para ella (recordemos que es extranjera y cada cultura se alimenta de diferentes características), es «un canto lírico» y más adelante cuenta que tenía ganas de comer maduro asado pero al ver que la vendedora retiraba lo quemado con su propia uña, sintió asco y no se animó a probarlo. He buscado el video original pero lo único que he encontrado son insultos de diferente calibre en contra de la joven, pero yo recuerdo algunas partes del video, aunque pueda que me confunda con otros de su canal y no iba en tono ofensivo, me parece que incluso, al inicio del video ella cuenta que hay mucho sol y de allí el ceño fruncido. En algunos clips enseñaba a un señor de avanzada edad «cortejando» incómodamente a una joven venezolana en una óptica (el término es acoso, pero bueno, evitemos herir más susceptibilidades), en otro contaba lo feliz que estaba por regularizar su situación migratoria y lo rápido que había sido el proceso, en otro lo mucho que extrañaba a su país. Yo la entiendo, mucho.

Vivir en el extranjero es duro, más allá de encontrar cosas buenas o malas, todo es diferente, lo diferente asusta o incomoda y si estás solo… te quiebras. A mí no me gusta el café argentino, estoy acostumbrada al dulce y liviano sabor del café zarumeño, extraño los mariscos frescos de mi Santa Rosa, el plátano, los dulces típicos. Lloro recordando mis salidas a Sweet & Coffee para conversar, usando mis modismos, entre amigas y extraño también la comida de la calle, esa a la que le sacan lo quemado con la uña, que no podemos negar es insalubre, pero es el sabor al que estamos acostumbrados, es la experiencia que nos hace sentir en casa. Sin embargo, si alguien editara este escrito, para promover el odio contra mí, una migrante ecuatoriana en Argentina, para obtener algo de popularidad reflejados en unos cuantos likes, sería mi perdición, como los videos editados hoy están destruyendo la vida de venezolanas trabajadoras en mi patria. Pienso qué sería de mí si no enseñaran que aprendí a amar el asado no solo por la calidad de la carne argenta sino por la tradición de reunir a familia y amigos a conversar y compartir mientras se agradece y felicita con aplausos al asador; si no les dejaran leer lo enamorada que estoy de sus parques inmensos y el camino de árboles que me cuida sin importar cuál sea mi destino, si los argentinos no se enteraran de cuánto los admiro por el trato que dan a mascotas y aunque no lo sepan, el buen sistema de transporte del que disfrutan. Recuerdo cuando mi papá me contó que mientras vivía en Ecuador, era víctima de maltrato verbal, por parte algunos compañeros y docentes; el ser colombiano aparentemente lo hacía merecedor de ser comparado con un traficante y a sus coterráneas con sexo servidoras. Siempre viene a mi memoria la aclaración que él hizo «algunos», esa minoría de gente mala y de alma triste que disfruta de provocar dolor a terceras personas, mucho más cuando puede defenderse en la falsa bandera del patriotismo, cuando todos sabemos que las fronteras son líneas imaginarias y que todos somos hermanos.

Yo pido perdón por esos miles, de ecuatorianos que han destilado odio todos estos días, en contra de mujeres extranjeras que tuvieron la ingenuidad de pensar que en mi país serían libres y que su visa estaba condicionada únicamente a mantener una buena conducta y ganarse el pan honradamente. Les aseguro que somos más los que no odiamos, a quienes no nos importa si les parecemos guapos o feos, los que no somos más ecuatorianos por ofenderlas y pedir su expulsión, los que creemos que tienen libertad para expresarse aunque no nos guste que señalen nuestros defectos. A ustedes ecuatorianos que han preferido seguir el juego del odio: abran los ojos. Hay temas mucho más importantes que dedicarnos a destruir la vida de personas que, sin necesidad de sus ataques, ya sufren por estar lejos de sus familiares, viendo impotentes cómo su país se desgarra. Si crees que un extranjero se equivoca en sus apreciaciones, enséñale tu verdad, preséntale gente buena, sé bueno con él, enséñale los lugares hermosos que tiene el país, cuéntale la historia de nuestros indígenas y porqué los admiramos tanto. Si a pesar de todo eso, el extranjero no cambia su opinión, está en su derecho, Ecuador no es el mejor país del mundo, no tiene el segundo mejor himno, todos los países tienen cosas bellas y algunas cosas que nos incomoden, todos, está en nosotros elegir con qué nos quedamos y sobre todo respetar las opiniones de los demás. Yo amo al Ecuador como el japonés ama su país y el venezolano ama a Venezuela. 

No más odio, no más xenofobia.

jueves, 31 de agosto de 2017

El dinero electrónico de Lenin

La fracción de Alianza País que es fiel al ex presidente que se comportaba como caudillo ya no sabe qué criticar del presidente que ellos llevaron al triunfo, ahora todo lo que los opositores dijimos de Lenin es verdad, pero hace tres meses nos llamaban mercenarios, corruptos, burros y más epítetos ofensivos por decir una verdad que ellos negaban. Familias y amistades fueron destruidas por diez años de odio y manipulación mediática, cada sábado se sembró odio y la información se degradó a insultos callejeros de borrachos de medianoche.

Hoy, que Moreno intenta salvar su nombre porque la pestilente corrupción dejada por el anterior gobierno es imposible de desodorizar, resulta que no es el mesías «buenito» que hace poco idolatraban y defendían a capa y espada. En su necesidad de lavar las manos del caudillo buscan falsear cada medida adoptada por el presidente actual. La cantaleta de estos días es el dinero electrónico, el cual defendían sin conocer el proyecto y hoy rechazan con ignorancia aún más profunda, casi dolorosa.

Una cosa es dinero electrónico y otra «moneda electrónica» alternativa/paralela, respaldada en activos líquidos inexistentes, manejada por esos que se robaron todo, a quienes nadie pudo/quiso controlar durante 10 años. ¿Recuerdan algún gobierno central que no haya estado involucrado en bochornosos casos de corrupción en los últimos 15 años? A ellos nadie los regula o fiscaliza de verdad, a menos que luego gane un opositor (o un continuista doble cara que intente borrar manchas delictivas al estilo Poncio Pilato), pero querían que se les entregara el dinero de los ecuatorianos para ser respaldado por papeles, sin la seguridad del dólar.

El dinero electrónico es una herramienta útil, mientras que la moneda electrónica que quería manejar el BCE era tan útil y creíble como el buen trato y pago puntual a los jubilados ¿Se entiende? Ahora, los bancos quieren lucrar por prestar un servicio con verdadero dinero electrónico... sí, como tú cuando cobras por dar clases, recetar paracetamol, sacar una muela, hacer un plano, sacar una foto o vender un pan, pero los bancos están regulados, los politiqueros que manejan(ban) el BCE no.

jueves, 10 de agosto de 2017

Ecuador, el país sin memoria

Hoy es 10 de agosto y celebramos la poca memoria ecuatoriana.

El ecuatoriano piensa que el 10 de agosto de 1809 dimos el primer grito de independencia contra el yugo español, pero en aquella fecha estábamos intentando protegernos del avance de Napoleón (francés) sobre la Península. Habían apresado a nuestro rey, Felipe VII, el deseado. En agosto de 1809 España tenía un intruso, José Bonaparte, quien asumió el cargo tras las abdicaciones de Bayona que habían tenido lugar en mayo del año anterior. Las noticias viajaban lento entre el viejo y el nuevo continente, la correspondencia tardaba meses en llegar. Si nos remontamos a las revueltas previas estas, en su mayoría, no eran por asuntos étnicos, sino por impuestos. La respuesta en favor del rey cautivo tardó un poco si lo comparamos con la velocidad de los tiempos modernos, pero eso no nos da derecho a cambiar la historia y ajustarla a ese pequeño sentimiento de cómoda xenofobia que elegimos para poder ser víctimas y héroes de la misma historia.

Al día de hoy mi país, Ecuador, tiene un presidente que vivió como rico en Europa, gracias a la Revolución Ciudadana, sin ser funcionario; es decir, no tenía relación de dependencia con el Estado y sin embargo, vivía a costillas de él solo por pertenecer al partido gobernante. Un presidente que acompañó y solapó el despilfarro de un gobierno que batió récord en la historia de sobreprecios de esta república democrática. Un presidente que tuvo a su cargo un circo social, en el que se pagó todo lo que posteriormente se esfumó. Un presidente que calló ante cada persecución y vejamen sufrido por los opositores que denunciaban lo que hoy es público. Un presidente que permitió la ley mordaza que impide a los periodistas hacer investigaciones adecuadas, motivo por el cual hemos tenido que enterarnos de los nombres de los implicados en el caso Odebrecht por la prensa extranjera. Un presidente que ofrece disculpas por no haber acercado la educación a los niños que viven en áreas rurales pero que no dice nada sobre los robos millonarios en los precios de las escuelas del milenio. Un presidente que no dijo nada sobre Fausto Valdiviezo, el general Gabela, la narco-valija o los estudiantes golpeados por policías en manifestaciones. Un presidente que hizo la vista gorda cuando golpearon a los estudiantes de la UCSG dentro de su campus de estudio. Un presidente que finge estar en medio de una disputa con su antecesor mientras mantiene en su regazo a todos los colaboradores cercanos del anterior mandatario.

Los ecuatorianos, a este gran compinche de los gestores de la década robada, le decimos «gracias» por seguir el guion de la novela dirigida desde el exterior. ¿En serio? ¿Es que no hemos aprendido nada o es que disfrutamos que nos mientan? Pero nada me extraña del país que consagró la entrada de derechos para la naturaleza en su Constitución y luego aplaudió y celebró la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní.

País de contradicciones, ese es mi Ecuador. Mereces más patria querida, te debemos tanto, pero elegimos seguir fallando. Como dijo Marco Tulio Cicerón «los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla».

martes, 1 de agosto de 2017

Soy liberal

Si a ti te duele el estómago, es posible que tomes una «agüita» de anís, cedrón, orégano o cualquier planta recomendada por una sabia abuelita, te pasará el dolor momentáneamente, porque estás combatiendo el efecto (el dolor) pero no la causa (la enfermedad que genera el dolor). Tarde o temprano el dolor regresará, igual o más fuerte.

Esa es la diferencia entre el socialismo y el liberalismo.

¿Hay pobreza? Pues quitemos a los que más tienen para ayudar a quienes menos tienen. Piensa así el socialista. No significa necesariamente que este sea una mala persona, pero sí que desconoce la evolución humana, los más intrínsecos anhelos que mueven al corazón del hombre y la mujer, es probable que solo conozca un lado de la historia, que no sepa la importancia de respetar a la minoría más desprotegida de la historia: el individuo. Te aseguro que idolatra al Che Guevara, el asesino racista que creó campos de concentración para homosexuales, que hasta llora cantando «…de tu querida presencia, comandante Che Guevara…»; te aseguro también que no sabe o no ha analizado sus pensamientos o acciones. Recordemos algunos destellos del aclamado Che:
-       «Tengo que confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar»
-       «…el negro indolente y soñador, se gasta sus pesitos en cualquier frivolidad o en ‘pegar unos palos’ (emborracharse), el europeo tiene una tradición de trabajo y de ahorro que lo persigue hasta este rincón de América y lo impulsa a progresar, aun independientemente de sus propias aspiraciones individuales»
-       « ¡El odio es el elemento central de nuestra lucha! El odio tan violento que impulsa al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, convirtiéndolo en una máquina de matar violenta y de sangre fría. Nuestros soldados tienen que ser así.»
-       «Para enviar hombres al pelotón de fusilamiento, la prueba judicial es innecesaria. Estos procedimientos son un detalle burgués arcaico. ¡Esta es una revolución! Y un revolucionario debe convertirse en una fría máquina de matar motivado por odio puro.»

Ernesto Guevara, Adolf Hitler, Joseph Stalin, Vladímir Lenin, Mao Zedong, Harry Truman, Augusto Pinochet, todos han sido asesinos y no podemos justificar las muertes que causaron los de una u otra ideología política sin menospreciar las vidas que sus contrarios arrebataron también. Por ejemplo, no podemos hablar de los más de cien millones de muertos que suman el socialismo/comunismo sin mencionar los horrores del fascismo.
Me pregunto yo ¿cómo hacemos un juicio de valor sobre un asesino? Nos basamos en la esencia de sus pensamientos y aspiraciones o en la cantidad de muertos que lleve en sus espaldas. Si nos guiamos por la primera opción será fácil, la persona mala en sus pensamientos, escritos, deseos y actividades, será en efecto, escoria. Si nos guiamos por la segunda opción estamos poniendo precio a la vida de un ser humano, lo que es muy peligroso e inmaduro. Digamos que pondremos una moneda por el corazón de cada ser humano, siendo así debemos establecer qué corazón es más valioso, el de una mujer, el de un niño, el de un jornalero, el de un político de derecha, el de un periodista de izquierda… cuál pesa más, cuál vale más, quién nos califica para valorizar una vida, cuánto cuesta nuestro corazón. ¿Por qué unos deben morir y otros deben vivir? ¿Por qué existe esa cultura popular de recordar los muertos de la derecha pero un silencio sepulcral a la hora de hablar de los muertos de la izquierda? ¿De verdad hay vidas más valiosas que otras? ¿Hablamos entonces de una brecha no solo económica, sino humanista? ¿Quiénes promueven esta brecha… esta diferencia humana?
La brecha económica para los liberales no es un asunto maligno ni negativo, es cierto. La desigualdad es el motor que impulsa a superarte e impide que seamos una masa mediocre, uniforme y gris. Creemos en la capacidad de cada individuo para interactuar entre sí y salir adelante en la medida de sus exigencias, pero esto se logra solo con reglas del juego claras, con estados democráticos que respeten la independencia de poderes, sin padrinazgos, sin subsidios para uno e impuestos para otro.
¡Todo gratis, todo gratis! Se quejan dos grupos: los de extrema derecha y los que sin estudiar las ideologías son víctimas de un sistema que no permite el desarrollo del pequeño emprendimiento y que tal vez no han visto que hay personas que sufren muchísimo más que ellos. El Estado… LOS ESTADOS NOS HAN FALLADO. Hay gente que intentó estudiar y no la dejaron, intentó trabajar y tampoco se lo permitieron. ¿Qué opción le queda a esa persona? Salir a robar o pedir que los gobiernos resuelvan sus problemas (allí es cuando gritan «todo gratis»). Pero esto no es culpa del capitalismo, no es culpa del liberalismo, es culpa del caciquismo que en Latinoamérica no ha dejado de existir y propagarse.
Hemos pasado diferentes generaciones y estadios, pero no terminamos de entender que la corrupción y el caciquismo son intrínsecos a nuestra cultura. A mí parecer es eso lo que deberíamos cambiar si queremos salir adelante. Motivar la competencia, aplaudir el emprendimiento, olvidar el carácter victimista y aprender a asumir nuestros errores. Hoy tenemos un niño que copia en el salón para alcanzar un sobresaliente, no pasa nada; un adolescente miente a sus padres sobre el vuelto de la compra, roba, no pasa nada; un universitario copia la tesis o paga a alguien para que la haga por él, no pasa nada; un vecino sale ebrio de un lugar de entretenimiento, su vehículo lo detiene un policía de tránsito y el primero ofrece una coima para evitar la multa, el otro acepta… no pasa nada; un profesor finge estar enfermo para irse a comprar adornos para vender en su negocio vespertino, no pasa nada; descubrimos que un político es corrupto y hacemos una marcha, todos vestidos de blanco, unidos en contra de los vicios políticos. Pero ese político corrupto fue ese niño, adolescente, universitario, vecino, profesor al que, durante toda la vida, le enseñamos que sus malas acciones no tendrían sanciones. Creció pensando que era correcto obtener una ventaja ilegal por sobre otro porque no hicimos nada. ¿Quién es culpable, el político corrupto o nosotros que solapamos la falta de ética en todas las etapas del ser? ¿Es cuestión de partidos buenos contra partidos malos o de una cultura permisiva e irresponsable que ha sido permitida durante siglos?
Pero al día de hoy vivimos en medio de una plaga que nos trae enemigos externos, el imperio, el capitalismo, el liberal… el que opina diferente, mientras nosotros no investigamos, aceptamos cualquier píldora que sea fácil de digerir y avanzamos. Tenemos tan baja autoestima que justificamos que nos roben millones de dólares en nuestra cara porque a cambio nos hicieron sentir indefensos pero con opción a protección. No importa que nos menosprecien y castiguen por querer salir adelante y ser independientes, no importa que nos quiten la libertad de elegir qué vestir, qué tomar… qué pensar.
Yo soy abiertamente liberal, capitalista y demócrata. No soy consumista, moralista, libertina, ladrona ni asesina. Soy pobre, pero fui mucho más pobre. Sé lo que es pasar hambre durante días seguidos y sé también lo que es salir adelante con esfuerzo, sin limosnas, sin ayuda familiar ni estatal.
El liberal defiende la economía capitalista, esa economía que permitió el desarrollo de la industria, entre ellas la farmacéutica, esa que le permitirá a un médico especializado recetarte algo para combatir la enfermedad que genera tu dolor de estómago, en vez de limitarte a un paliativo al alcance de tu manos.
Así que sal, lee, edúcate, asume tu responsabilidad por el éxito que aspiras tener. En la época de las comunicaciones es nuestra obligación usar el internet para educarnos de fuentes confiables y no solo para ver videos musicales. Si no te gusta una política, analiza su origen, qué la motivó, qué intenta cambiar, qué consecuencias puede arrastrar. Confía en tu sentido común, pero aliméntalo con fuentes verificadas y confiables, no con el opio que cualquier líder político de turno te obliga a consumir. Tú, individuo que me lees, eres más valioso y poderoso de lo que cualquier iglesia, partido o gobierno te ha dicho. Tú puedes cambiar al mundo, pero debes empezar cambiándote a ti mismo.


jueves, 27 de julio de 2017

Glenda Morejón

Nunca disfruté del deporte en mi niñez. Era tímida y asustadiza, literalmente le tenía miedo al balón de básquet cuando lo lanzaban a mis manos… era la frustración de cuanto profesor de educación física cayera en mi salón; entiéndase que siempre fui de las más altas de la clase y hacía gala de una total incompetencia deportiva. Eso no era lo mío, a mí me gustaban dos cosas: el cine y la lectura. Sinceramente, todo aquel que haya deseado inculcarme una disciplina deportiva en mi niñez y juventud, merece una medalla por esfuerzo. Cosa aparte era el gimnasio, el ejercicio controlado, que dependía de mí, me llamaba, me encantaba.

Al morir mi mamá, encontré en el CrossFit y el running la terapia que necesitaba para aliviar el dolor y dispersar la mente. Luego, para mejorar en CrossFit comencé a recibir clases de halterofilia de parte de un gran ser humano. Adquirí no solo fuerza, elasticidad y resistencia, sino que entendí la importancia de la disciplina, del sacrificio, de haber trabajado 9 horas seguidas pero saber que debes ir a entrenar, que eso te dará energía y ayudará a drenar tu estrés acumulado. Llegué a ir al box (lugar donde se hace CrossFit) 6 días a la semana y halterofilia 2 días por semana. Por diversos factores no puedo entrenar como quisiera en la actualidad, pero llegué a entender una décima parte de la responsabilidad que el deportista carga sobre sus hombros y tal vez una milésima si lo comparamos con un deportista de alto rendimiento. No puedes comer cualquier cosa, empiezas a ver la comida como el combustible necesario para hacer funcionar la máquina que es tu cuerpo, al que obviamente no quieres llenar de combustible de mala calidad. Piensas dos veces antes de aceptar ir a una reunión, porque debes descansar, para que el músculo sane o pueda crecer, porque es posible que mientras tus amigos estén regresando a casa tú ya estés calentando para entrenar. Tienes otra forma de caminar y ves la vida de manera diferente.

Hace unos días Glenda Morejón llenó de orgullo al Ecuador, luego, espero, de vergüenza. Conocimos a una joven ibarreña de 17 años que consiguió SOLA la medalla de oro en el mundial juvenil de atletismo en Kenia. La vergüenza claramente no es por ella, es por nosotros, por el Estado y la sociedad en general. Nosotros que aceptamos incrementar el número de asambleístas que, de izquierda o derecha, aprovechan para dormir en las sesiones, como si los miles de dólares que reciben en sueldo, viáticos y comunicaciones no les alcanzaran para comprar un energizante o café. Nosotros que nos quedamos callados cuando se inventan un cuerpo de seguridad que resguarde en Europa a un reciente expresidente y su familia «de manos limpias y corazones ardientes». Nosotros que destinamos horas y dinero para suscripciones, camisetas, calcomanías y cuanto producto de marketing se nos ocurran para apoyar a un equipo de fútbol o a la selección del país. Entonces nosotros, somos los irresponsables, que idolatramos el balompié a tal punto que pareciera que negamos la existencia de otras disciplinas deportivas. Si a cualquier ecuatoriano promedio se le pregunta el nombre de un futbolista nacional o extranjero podrá responder en menos de diez segundos, pero posiblemente, si al mismo ecuatoriano le preguntásemos el nombre de dos deportistas de alto rendimiento y la disciplina en la cual nos representa, a los veinte segundos se excusaría y se iría sin responder.

La adolescente que el día de hoy menciono es una marchista que contaba ya con dos títulos sudamericanos y una copa panamericana y, sin embargo, recibía una beca de sesenta dólares mensuales. Hace dos años debió ingresar al grupo de alto rendimiento y sin embargo, horrorizados vimos cómo había tenido que entrenar este tiempo con zapatos con huecos, competir con zapatos comunes (los atletas necesitan calzado adecuado según su especialidad) y, finalmente, competir sin el apoyo de su entrenador. Sí, a Glenda la dejamos sola. No la dejaron sola los asambleístas que buscan joyería de diseñador mientras deberían estar trabajando, no la dejaron sola los viejos políticos que nunca invirtieron en nuestros atletas, la dejamos sola todos nosotros que nos conformamos con una vida sedentaria que ignora las ventajas que el deporte nos trae, nosotros que pensamos que el deporte empieza en el fútbol y termina en el básquet, nosotros que no exigimos mejor atención a nuestros niños antes de que sean atletas, nosotros que no incentivamos la curiosidad de nuestros hijos, sobrinos o vecinos por disciplinas no tan explotadas, nosotros que cuando vemos las olimpiadas solo nos interesamos en el vestuario el día de la inauguración pero ya tenemos puesta la alarma para el próximo mundial de fútbol.

Dejemos de abandonar a nuestros jóvenes, acertadamente se ha empezado a regar el semillero de atletas ecuatorianos, pero aún nos queda un camino largo, sigamos exigiendo pero también sigamos apoyando. Con indignación, escuchaba al subsecretario de deporte referirse al estímulo económico que se le dará a Glenda en un tono muy feo. «Es verdad que ellos merecen lo mejor, pero también tenemos que saber quiénes son nuestros atletas… ‘trescientos dólares no es nada’, por favor es una niña de diecisiete años, cuánta más plata le quieren dar».

Debo entender entonces que los atletas que representan a la República deben pasar por un juicio moral y si lo aprueban merecerán un mayor pago, allí sí importará su rendimiento supongo. Porque verá, de querer, quisiéramos darle todo, yo quisiera cambiar el valor que destinan al pago de equipos celulares de los asambleístas para pagar el sacrificio de los atletas, nunca he visto a un deportista quedarse dormido a mitad de carrera, pero los memes de asambleístas «descansando» proliferan en las redes sociales. Entonces, tal vez no se trata de cuánto queremos «darle» a la joven, sino del grado de respeto que anhelamos reciban, ya que pareciera que todavía tenemos de cabeza nuestras prioridades como país. Queremos que se cambie el premio al discurso barato de algunos funcionarios y autoridades por un salario decente para los atletas que están dejando su vida en los espacios deportivos. Pero señor Ibáñez, entiendo que a veces el cansancio nos hace decir incoherencias y se puede caer en el vicio de la prepotencia como escudo cuando no sabemos qué o cómo responder. Seguramente quiso decir algo como «el Estado ecuatoriano se compromete a corregir este tipo de situaciones para que nuestros jóvenes no tengan que volver a enfrentarse a condiciones paupérrimas, en las que no pueden pagar su hidratación o se ven obligados a viajar sin entrenador ni representantes, ya que esto influye en el estado anímico del deportista lo que puede mermar su rendimiento; adicionalmente los trescientos dólares que se le entregarán son un estímulo que se incrementará progresivamente conforme avance su edad y categoría». Respondiendo con la calma que nos da la razón, con la humildad que nos une al cargo y con sumo respeto hacia la actividad que desempeña Glenda Morejón todo suena mucho más bonito.


Debemos promover el deporte, enseñar que sí paga, que la gloria no se olvida y que el sacrificio ganará el corazón de los más de dieciséis millones de ecuatorianos que respiramos en este mundo. Confiemos que cuando cambiemos como ciudadanos, mejoraremos como nación.

martes, 16 de mayo de 2017

DESCARGO

DESCARGO

Si usted va a leer esta publicación le recomiendo preparar una tacita de café y reproducir Bitter Sweet Symphony de The Verve, para crear el ambiente adecuado, o simplemente porque es una hermosa canción que merece ser escuchada, no la olvide. Ahora sí, continúe.

Cambiarse de casa es, por decir lo menos, abrumador, unas veces más que otra. Esta ha sido la primera vez, desde que me independicé, que cuento con ayuda masculina y ha sido genial, aunque no dejó de ser agotador. Es normal sentirse cansado, rendido físicamente, pero hubo algo que me aniquiló emocionalmente, pero que me sirvió para poner fin al duelo que de una u otra manera estaba guardando desde fines de marzo.

Creo que todos tenemos a diario diferentes alteraciones… experiencias que nos marcan. No soy fanática de publicar mis problemas en redes sociales, sí escribo sobre las banalidades que vivo para hacerlos reír o para que se identifiquen y sepan que no están solos, escribo sobre lo que me molesta porque creo que la indignación es el combustible del cambio, pero si me peleo con mi novio, si lloro de felicidad o tristeza acá muy difícilmente lo van a ver. Aprendí, como aprendemos los seres humanos tercos, “por las malas” que es mejor reservarse las cosas importantes porque, así como hay gente que te quiere bien, hay mucha gente que disfruta de tus desgracias.

 Mi carácter es “difícil” lo sé, prefiero decir las cosas de frente aunque duelan que sonreír a alguien y posteriormente despedazarle a sus espaldas. Si digo algo a la cara le doy opción a esa otra persona a demostrar que estoy en un error, pero no todo el mundo lo ve como una oportunidad sino como un ataque, lo que convierte mi “sinceridad” en un gran defecto y es este desperfecto – que no viene de fábrica, sino de transitar por los caminos imperfectos de la vida- el que hace que mucha gente se aleje de mí y me parece PER-FEC-TO, a mí no me gustan los cobardes. También soy una persona que perdona con la misma rapidez con la que se resiente siempre que haya una disculpa sincera de por medio, porque soy humana y entiendo que todos tenemos fallas. Yo he hecho horrores de los que me arrepiento y he tenido que ofrecer disculpas y muchas veces he recibido el beneficio de ser perdonada. Pero hay cosas… hay cosas que yo, Maritza De La Cruz, no puedo ni me interesa perdonar. No le digo a usted lector “no perdonarás a quien…” no, yo no mando en nadie, creo y defiendo la libertad, la mía y la suya, así que horrorícese si lo desea o alcance la empatía, pero conózcame, yo solo escribo para desahogarme, cuando lo necesito.

Hay tópicos sagrados como la ideología política, el encebollado, el fútbol, el cine, o la patria, con los que usted puede coincidir o no en preferencias y no pasa nada, pero hay una ley universal inviolable, algo que nos une hasta con la mayoría de los delincuentes, algo que no se rige por normas de color, religión, nacionalidad o nivel socio-económico, esta ley que no debe ser quebrantada bajo ningún concepto es el respeto a lo más sagrado, puro y noble que tiene el ser humano: la madre, peor aún, para quienes hemos sufrido la pérdida de ella: el recuerdo de una madre muerta.

Mientras guardaba las cosas para la mudanza llegué a unas fotos que cuidaba como reliquias porque, para quienes no lo saben, en un anterior cambio de casa en Guayaquil, “desaparecieron” del camión del traslado todos mis álbumes fotográficos. Perdí todas las fotos físicas de mi niñez, mi mamá embarazada, mis cumpleaños… todo. Entre estas fotos estaban las de una persona a quien quise mucho más de lo que puedan imaginar y tras mirarlas dos segundos las boté a la basura.

Este año está siendo bastante agridulce, algunas cosas no han salido como las esperaba, otras han superado mis expectativas, pero hubo un suceso que me marcó hace poco más de un mes, algo que me mató un poquito y me provocó una crisis nerviosa muy fuerte a pocos días de empezar mis clases. Ese alguien a quien yo adoraba y a quien defendía “a capa y espada”, en medio de un cruce de opiniones personales habló de mi mamá, de la manera más cruel y purulenta, intentó cambiar mi percepción de ella, pensó que al decir, entre otras cosas, que mi mami vivía avergonzada y arrepentida de mí yo le creería y olvidaría el amor incondicional que en vida recibí de ese grandioso ser humano, Maritza Mendoza. Pero no fue esta traición -aunque sería más apropiado llamarle “develamiento”- lo que provocó mi crisis, sino la impotencia de no permitirme responder tras las palabras elegidas para  intentar destruirme acompañadas de la herramienta de una rata cobarde: el bloqueo. Estas tres palabras fueron “vive con eso”.

¿Vive con eso? ¡¿Vive con eso?! Por supuesto que vivo con eso, a más de un mes de aquel suceso vivo tranquila sabiendo que ya no hay más máscaras, que pude ver el verdadero rostro de un leviatán en quien confiaba y que solo fingió quererme durante tantos años. Vivo sabiendo que mi madre fue maravillosa y que mi amor por ella no da lugar a duda, que es incondicional y misterioso pues pese a no tenerla viva la amo cada día más. Vivo orgullosa y agradecida de sus lecciones que me enseñaron a superar obstáculos y a reponerme de cualquier dolor, con su ejemplo. Vivo sabiendo que disfruté de un amor transparente y reconfortante, que ni en los tiempos más difíciles me abandonó, que siempre creyó en mí como hoy creo yo en ella.

Yo vivo feliz, con lo mucho o lo poco que me queda, pero con la conciencia tranquila y la cabeza altiva. Cómo vivirá esa persona no lo sé ni me importa, pero violó la ley universal y no habrá publicación del Papa o de la ley de atracción que borre el rostro del monstruo que viene a mi mente cuando pienso en ella. Por eso, por salud mental y para evitar pesadillas, las fotos de los monstruos van a la basura.

La mamá es sagrada.
Su mamá es sagrada.

MI MAMÁ ES SAGRADA.

martes, 21 de marzo de 2017

Cambiar de opinión con base en la experiencia

Vengo de un país en el que tenemos solo dos estaciones (y están de cabeza). 

Está el verano, en el que hace frío (19 grados) pero no llueve y últimamente dura aproximadamente dos meses, e invierno que es cuando se te derrite la piel por el sol del mediodía y a las 5 de la tarde San Pedro juega carnaval contigo. Cuando me mudé a Argentina era invierno, estaba ansiosa por ver cómo sería la primavera y como costeña, me ilusionaba contando los días hasta que volviera el sol veraniego, pero las cosas no siempre son lo que uno imagina y por eso deberíamos experimentar todo por nuestra cuenta y no hacer caso a la sabiduría de los memes.

La llegada de la primavera (septiembre) trajo hermosas flores, pájaros cantores y miles de mosquitos, moscas y cuanto bicho se puedan imaginar metiéndose hasta en el ombligo, además no hay mejor uso (dejando a un lado el que nos indican las enciclopedias médicas) para la palabra "bipolar" que el clima primaveral, llueve, no llueve, hace frío, hace calor; tienes entonces la ropa de verano y la de invierno conviviendo en un clóset que parece metrovía un lunes a las 7 de la mañana y luego el verano... sí trajo el sol, pero también humedad, mucha humedad y las personas con artrosis no la disfrutamos tanto, además las diferencias culturales abismales entre Ecuador y Argentina te hacen sufrir un poco, verán, acá es absolutamente normal que la gente de toda condición física camine con la menor cantidad de ropa posible en la calle porque obviamente el calor te mata, entonces bien te puedes encontrar a Angelina Jolie o a Paquita la del barrio, a Ryan Gosling o a muchos señores Barriga intentando liberar el calor, y está bien, son sus costumbres, toca adaptarse y siempre está la opción de virar la cara.

Al final, tras casi dos años en este bello país y siendo una costeña consumada amante del calor, cambié de parecer, descubrí que mi temporada favorita es el otoño. La sinfonía de colores que tiene esta estación deslumbra, el infinito degradé de marrones, dorados y amarillos, fusionados con los últimos puntos de vida verde y el sonido... porque inmadura que se respete tiene que pisar la alfombra de hojas tostadas que decora las veredas y lo mejor, mis "amigos" insectos desaparecen. Así, a los 28 años, me declaro FAN del otoño.

Cuando te digan que el cambio es malo, feo, un retroceso, anímate a experimentarlo por ti mismo, sin prejuicios, por ahí te sorprende y descubres que algo diferente es lo mejor que te pudo pasar. Atreverse a cambiar de opinión con base en la experiencia es bueno, es sano y es refrescante.

miércoles, 8 de febrero de 2017

A cinco años de su muerte

El 8 de febrero de 2012, estando a cinco minutos del hospital del IESS de Guayaquil, recibí la peor llamada de mi vida, me avisaban que mi mamá acababa de fallecer. No pude despedirme de mi mami. No imaginé que sería todo tan rápido, tan frío... Pero de todo se aprende y hasta esos pequeños golpes siembran sabiduría cuando se aprende a ver.
Sé que mi mamá fue la mejor, para mí. Nadie la amó más que yo, nadie me amó más que ella.
Creo que del polvo de estrellas venimos y a las estrellas regresamos.
No necesito que ella me cuide ni pida por mí, ella ya hizo su trabajo, ahora mi mamá descansa. 
Me enseñó a razonar y distinguir lo bueno de lo malo, a elegir el bien superior, a ser fuerte e independiente, a secarme las lágrimas y seguir adelante sin maquinar venganzas. Son tantas las cosas que aprendí de ella y es tanto lo que ella hizo por mí que solo puedo estar agradecida y recordarla sin tristeza, porque sé que sus átomos algún día formarán parte de una estrella que iluminará las noches oscuras, tal como en vida lo hacían sus sonrisas.

Mi mamá perdió casi toda su capacidad auditiva cuando estuvo embarazada de mí, por una sobrecalcificación. Es extraño que unos días antes de su aniversario luctuoso la vida me produjera hipoacusia, pocas veces he tenido la oportunidad de sentirme tan en contacto con ella... pienso en su sensación al despertar, sin audífonos, su lucha diaria... y mi admiración crece a niveles que no creí posibles.
Durante 23 años me formó y ahora soy yo quien toma decisiones y comete errores a voluntad, intento aprender pero el camino es largo, así que mientras tropiezo disfruto del paisaje.

Para algunos soy una amargada, para otros soy una muchachita, pero permítanme darles un único consejo que para mí es lo más importante que me enseñó mi madre: no se avergüencen del amor, hagan las cosas con amor y si aman a alguien díganselo todo el tiempo, callar sus sentimientos es de cobardes y tenemos la obligación de ser valientes, lo merecemos.

viernes, 20 de enero de 2017

Igualdad

La mayor parte de mi tiempo lo dedico a leer, por obligación o por elección, sin embargo en mis momentos de ocio tengo algunos pecados importantes, uno de ellos es buscar "youtubers" ecuatorianos y escuchar sus vídeos cuando estoy en casa, es como estar escuchando una conversación en una cafetería ecuatoriana, pero bueno, volviendo al asunto... ayer quedé tristemente sorprendida por la última producción subida al canal "Logan y Logan" y no porque crea que deba censurarse, él está en libertad de decir lo que le plazca, lo que me apena es que parece un exabrupto lleno de ignorancia por parte de un chico con muchísimo talento que ha sabido hacerse un nombre por sí solo.

En el audiovisual en cuestión, Logan reclama (despotrica) en contra de las "feminazis" porque cuatro mujeres malcriadas no le ceden el asiento en un medio de transporte de la ciudad de Guayaquil pese a que él lleva en brazos a su hijo, más adelante se indigna con la manifestante que reclamó mostrando su torso desnudo y gritando "grab patriarchy by the balls" en el museo de cera de Madrid.

Si alguien puede hacerle llegar este mensaje al joven le quedaría muy agradecida:

Estimado Logan, no me conoces pero yo a través de tu canal de youtube he podido ver tu talento y creatividad, por lo que siento que es mi obligación como productora audiovisual, estudiante de Ciencia Política y ciudadana feminista, aclararte el contexto de aquellas situaciones que te han causado malestar. El movimiento feminista, con importantes y numerosas "mutaciones" y ramificaciones, lucha desde hace siglos por un objetivo común: la igualdad. Esta igualdad no consiste en pedir asientos amarillos en los colectivos o exigir que los hombres carguen con el bidón de agua, todo lo contrario, se busca abrir los ojos a hombres y mujeres, que han nacido en una sociedad machista y son víctimas de ella, viviendo esclavizados a un estereotipo de ciudadanos que sí, ha sido inculcado por el patriarcado y que nosotros reproducimos a lo largo de nuestras vidas. 

Te explico un poco más, trabajamos para que, entre otras cosas, la mujer sepa que puede ser igual o más fuerte que un hombre si decide entrenar, o como dijiste tú "las mujeres son un tanto más débiles porque se les da la gana, si no pasaran tragando huevadas, enamorándose y viendo películas de amor e hicieran más ejercicio serían más fuertes". Trabajamos también para que cambie el entorno de trabajo que paga menos a las personas de sexo femenino, quienes además son víctimas constantes de acoso laboral, sí, más que los hombres. A veces nos violentan física, sexual, económica o psicológicamente solo porque somos mujeres, esto aclaro, separado de las mujeres que son víctimas de, por ejemplo, robos violentos, eso no se clasifica como violencia de género. La primera vez que fui víctima de acoso sexual yo tenía nueve años de edad, la primera vez que fui víctima de abuso sexual tenía dieciséis años, hace un par de años fui víctima violencia psicológica y casi me golpean. Este tipo de violencia contra la mujer se da porque seguimos en una sociedad que se pregunta qué medidas tomó la víctima para protegerse en vez de enseñar que nadie tiene derecho a abusar de otro ser humano. Eso combatimos las feministas, intentamos concienciar a la ciudadanía. De que hombres y mujeres aprendan a ceder los asientos a quienes lo necesiten se debe encargar, primero la familia y luego el Estado.

Si te fijas en el vídeo que publicaste, el patriarcado (lo que gritaba la manifestante en España "patriarchy") tiene tan estereotipada a la sociedad que en los letreros de los colectivos que señalan los asientos reservados se dibuja a una mujer con niño en los brazos, porque se asume que es la figura femenina la encargada del cuidado de los niños, cuando tú eres un ejemplo de que los hombres pueden ser igual de competentes en la crianza de los menores. 

Estoy en contra de las protestas con desnudos o axilas peludas, entonces yo no lo hago, pero no puedo condenar a quien elija ese estilo de lucha, ella tendrá sus razones, mientras no afecte a nadie no creo que merezca condena. ¿Alguna vez has caminado sin camiseta por la calle? Sería de muy mal gusto que lo hicieras en un evento como el de Madrid, pero no por eso me referiría a tí en los términos que tú lo hiciste con la manifestante de tu audiovisual con frases como:

- "Ni siquiera se las reprende como debería, porque al fin y al cabo son mujeres".

- "La man entró mostrando sus tetotas al aire, pues no, y nadie la tocaba".

Tal vez no lo sepas, pero ella reclamaba por el horror que nos causa que un hombre que piensa que a las mujeres deben agarrarnos por la vagina "grab them by the pussy", sea vanagloriado y además hoy sea el presidente de los EE.UU.

¿Tú crees que alguna de esas cuatro mujeres que te "cagaron la existencia", como expresas al inicio del clip, ha ido a una marcha feminista? ¿Crees que ellas están exigiendo igualdad al creerse parte del "sexo débil"? ¿Se te ocurrió pensar en algún momento que aquellas personas podían ser etiquetadas como lo que son "malcriadas" y no como "feminazis" ya que son incapaces de ceder el asiento incluso a una señora de la tercera edad, pero no están matando a nadie? Obviamente no tienen algo en contra de tu género, no fuiste víctima de unas mujeres que exigen "una pseudoigualdad aprovechándose de la gente por su posición de mujer"(es) sino de cuatro mujeres sin educación y sin cultura cívica.

Te pido infórmate un poquito más sobre el feminismo, lo que buscamos y cómo esa lucha beneficia tanto a hombres como a mujeres.

Saludos.