jueves, 31 de agosto de 2017

El dinero electrónico de Lenin

La fracción de Alianza País que es fiel al ex presidente que se comportaba como caudillo ya no sabe qué criticar del presidente que ellos llevaron al triunfo, ahora todo lo que los opositores dijimos de Lenin es verdad, pero hace tres meses nos llamaban mercenarios, corruptos, burros y más epítetos ofensivos por decir una verdad que ellos negaban. Familias y amistades fueron destruidas por diez años de odio y manipulación mediática, cada sábado se sembró odio y la información se degradó a insultos callejeros de borrachos de medianoche.

Hoy, que Moreno intenta salvar su nombre porque la pestilente corrupción dejada por el anterior gobierno es imposible de desodorizar, resulta que no es el mesías «buenito» que hace poco idolatraban y defendían a capa y espada. En su necesidad de lavar las manos del caudillo buscan falsear cada medida adoptada por el presidente actual. La cantaleta de estos días es el dinero electrónico, el cual defendían sin conocer el proyecto y hoy rechazan con ignorancia aún más profunda, casi dolorosa.

Una cosa es dinero electrónico y otra «moneda electrónica» alternativa/paralela, respaldada en activos líquidos inexistentes, manejada por esos que se robaron todo, a quienes nadie pudo/quiso controlar durante 10 años. ¿Recuerdan algún gobierno central que no haya estado involucrado en bochornosos casos de corrupción en los últimos 15 años? A ellos nadie los regula o fiscaliza de verdad, a menos que luego gane un opositor (o un continuista doble cara que intente borrar manchas delictivas al estilo Poncio Pilato), pero querían que se les entregara el dinero de los ecuatorianos para ser respaldado por papeles, sin la seguridad del dólar.

El dinero electrónico es una herramienta útil, mientras que la moneda electrónica que quería manejar el BCE era tan útil y creíble como el buen trato y pago puntual a los jubilados ¿Se entiende? Ahora, los bancos quieren lucrar por prestar un servicio con verdadero dinero electrónico... sí, como tú cuando cobras por dar clases, recetar paracetamol, sacar una muela, hacer un plano, sacar una foto o vender un pan, pero los bancos están regulados, los politiqueros que manejan(ban) el BCE no.

jueves, 10 de agosto de 2017

Ecuador, el país sin memoria

Hoy es 10 de agosto y celebramos la poca memoria ecuatoriana.

El ecuatoriano piensa que el 10 de agosto de 1809 dimos el primer grito de independencia contra el yugo español, pero en aquella fecha estábamos intentando protegernos del avance de Napoleón (francés) sobre la Península. Habían apresado a nuestro rey, Felipe VII, el deseado. En agosto de 1809 España tenía un intruso, José Bonaparte, quien asumió el cargo tras las abdicaciones de Bayona que habían tenido lugar en mayo del año anterior. Las noticias viajaban lento entre el viejo y el nuevo continente, la correspondencia tardaba meses en llegar. Si nos remontamos a las revueltas previas estas, en su mayoría, no eran por asuntos étnicos, sino por impuestos. La respuesta en favor del rey cautivo tardó un poco si lo comparamos con la velocidad de los tiempos modernos, pero eso no nos da derecho a cambiar la historia y ajustarla a ese pequeño sentimiento de cómoda xenofobia que elegimos para poder ser víctimas y héroes de la misma historia.

Al día de hoy mi país, Ecuador, tiene un presidente que vivió como rico en Europa, gracias a la Revolución Ciudadana, sin ser funcionario; es decir, no tenía relación de dependencia con el Estado y sin embargo, vivía a costillas de él solo por pertenecer al partido gobernante. Un presidente que acompañó y solapó el despilfarro de un gobierno que batió récord en la historia de sobreprecios de esta república democrática. Un presidente que tuvo a su cargo un circo social, en el que se pagó todo lo que posteriormente se esfumó. Un presidente que calló ante cada persecución y vejamen sufrido por los opositores que denunciaban lo que hoy es público. Un presidente que permitió la ley mordaza que impide a los periodistas hacer investigaciones adecuadas, motivo por el cual hemos tenido que enterarnos de los nombres de los implicados en el caso Odebrecht por la prensa extranjera. Un presidente que ofrece disculpas por no haber acercado la educación a los niños que viven en áreas rurales pero que no dice nada sobre los robos millonarios en los precios de las escuelas del milenio. Un presidente que no dijo nada sobre Fausto Valdiviezo, el general Gabela, la narco-valija o los estudiantes golpeados por policías en manifestaciones. Un presidente que hizo la vista gorda cuando golpearon a los estudiantes de la UCSG dentro de su campus de estudio. Un presidente que finge estar en medio de una disputa con su antecesor mientras mantiene en su regazo a todos los colaboradores cercanos del anterior mandatario.

Los ecuatorianos, a este gran compinche de los gestores de la década robada, le decimos «gracias» por seguir el guion de la novela dirigida desde el exterior. ¿En serio? ¿Es que no hemos aprendido nada o es que disfrutamos que nos mientan? Pero nada me extraña del país que consagró la entrada de derechos para la naturaleza en su Constitución y luego aplaudió y celebró la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní.

País de contradicciones, ese es mi Ecuador. Mereces más patria querida, te debemos tanto, pero elegimos seguir fallando. Como dijo Marco Tulio Cicerón «los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla».

martes, 1 de agosto de 2017

Soy liberal

Si a ti te duele el estómago, es posible que tomes una «agüita» de anís, cedrón, orégano o cualquier planta recomendada por una sabia abuelita, te pasará el dolor momentáneamente, porque estás combatiendo el efecto (el dolor) pero no la causa (la enfermedad que genera el dolor). Tarde o temprano el dolor regresará, igual o más fuerte.

Esa es la diferencia entre el socialismo y el liberalismo.

¿Hay pobreza? Pues quitemos a los que más tienen para ayudar a quienes menos tienen. Piensa así el socialista. No significa necesariamente que este sea una mala persona, pero sí que desconoce la evolución humana, los más intrínsecos anhelos que mueven al corazón del hombre y la mujer, es probable que solo conozca un lado de la historia, que no sepa la importancia de respetar a la minoría más desprotegida de la historia: el individuo. Te aseguro que idolatra al Che Guevara, el asesino racista que creó campos de concentración para homosexuales, que hasta llora cantando «…de tu querida presencia, comandante Che Guevara…»; te aseguro también que no sabe o no ha analizado sus pensamientos o acciones. Recordemos algunos destellos del aclamado Che:
-       «Tengo que confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar»
-       «…el negro indolente y soñador, se gasta sus pesitos en cualquier frivolidad o en ‘pegar unos palos’ (emborracharse), el europeo tiene una tradición de trabajo y de ahorro que lo persigue hasta este rincón de América y lo impulsa a progresar, aun independientemente de sus propias aspiraciones individuales»
-       « ¡El odio es el elemento central de nuestra lucha! El odio tan violento que impulsa al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, convirtiéndolo en una máquina de matar violenta y de sangre fría. Nuestros soldados tienen que ser así.»
-       «Para enviar hombres al pelotón de fusilamiento, la prueba judicial es innecesaria. Estos procedimientos son un detalle burgués arcaico. ¡Esta es una revolución! Y un revolucionario debe convertirse en una fría máquina de matar motivado por odio puro.»

Ernesto Guevara, Adolf Hitler, Joseph Stalin, Vladímir Lenin, Mao Zedong, Harry Truman, Augusto Pinochet, todos han sido asesinos y no podemos justificar las muertes que causaron los de una u otra ideología política sin menospreciar las vidas que sus contrarios arrebataron también. Por ejemplo, no podemos hablar de los más de cien millones de muertos que suman el socialismo/comunismo sin mencionar los horrores del fascismo.
Me pregunto yo ¿cómo hacemos un juicio de valor sobre un asesino? Nos basamos en la esencia de sus pensamientos y aspiraciones o en la cantidad de muertos que lleve en sus espaldas. Si nos guiamos por la primera opción será fácil, la persona mala en sus pensamientos, escritos, deseos y actividades, será en efecto, escoria. Si nos guiamos por la segunda opción estamos poniendo precio a la vida de un ser humano, lo que es muy peligroso e inmaduro. Digamos que pondremos una moneda por el corazón de cada ser humano, siendo así debemos establecer qué corazón es más valioso, el de una mujer, el de un niño, el de un jornalero, el de un político de derecha, el de un periodista de izquierda… cuál pesa más, cuál vale más, quién nos califica para valorizar una vida, cuánto cuesta nuestro corazón. ¿Por qué unos deben morir y otros deben vivir? ¿Por qué existe esa cultura popular de recordar los muertos de la derecha pero un silencio sepulcral a la hora de hablar de los muertos de la izquierda? ¿De verdad hay vidas más valiosas que otras? ¿Hablamos entonces de una brecha no solo económica, sino humanista? ¿Quiénes promueven esta brecha… esta diferencia humana?
La brecha económica para los liberales no es un asunto maligno ni negativo, es cierto. La desigualdad es el motor que impulsa a superarte e impide que seamos una masa mediocre, uniforme y gris. Creemos en la capacidad de cada individuo para interactuar entre sí y salir adelante en la medida de sus exigencias, pero esto se logra solo con reglas del juego claras, con estados democráticos que respeten la independencia de poderes, sin padrinazgos, sin subsidios para uno e impuestos para otro.
¡Todo gratis, todo gratis! Se quejan dos grupos: los de extrema derecha y los que sin estudiar las ideologías son víctimas de un sistema que no permite el desarrollo del pequeño emprendimiento y que tal vez no han visto que hay personas que sufren muchísimo más que ellos. El Estado… LOS ESTADOS NOS HAN FALLADO. Hay gente que intentó estudiar y no la dejaron, intentó trabajar y tampoco se lo permitieron. ¿Qué opción le queda a esa persona? Salir a robar o pedir que los gobiernos resuelvan sus problemas (allí es cuando gritan «todo gratis»). Pero esto no es culpa del capitalismo, no es culpa del liberalismo, es culpa del caciquismo que en Latinoamérica no ha dejado de existir y propagarse.
Hemos pasado diferentes generaciones y estadios, pero no terminamos de entender que la corrupción y el caciquismo son intrínsecos a nuestra cultura. A mí parecer es eso lo que deberíamos cambiar si queremos salir adelante. Motivar la competencia, aplaudir el emprendimiento, olvidar el carácter victimista y aprender a asumir nuestros errores. Hoy tenemos un niño que copia en el salón para alcanzar un sobresaliente, no pasa nada; un adolescente miente a sus padres sobre el vuelto de la compra, roba, no pasa nada; un universitario copia la tesis o paga a alguien para que la haga por él, no pasa nada; un vecino sale ebrio de un lugar de entretenimiento, su vehículo lo detiene un policía de tránsito y el primero ofrece una coima para evitar la multa, el otro acepta… no pasa nada; un profesor finge estar enfermo para irse a comprar adornos para vender en su negocio vespertino, no pasa nada; descubrimos que un político es corrupto y hacemos una marcha, todos vestidos de blanco, unidos en contra de los vicios políticos. Pero ese político corrupto fue ese niño, adolescente, universitario, vecino, profesor al que, durante toda la vida, le enseñamos que sus malas acciones no tendrían sanciones. Creció pensando que era correcto obtener una ventaja ilegal por sobre otro porque no hicimos nada. ¿Quién es culpable, el político corrupto o nosotros que solapamos la falta de ética en todas las etapas del ser? ¿Es cuestión de partidos buenos contra partidos malos o de una cultura permisiva e irresponsable que ha sido permitida durante siglos?
Pero al día de hoy vivimos en medio de una plaga que nos trae enemigos externos, el imperio, el capitalismo, el liberal… el que opina diferente, mientras nosotros no investigamos, aceptamos cualquier píldora que sea fácil de digerir y avanzamos. Tenemos tan baja autoestima que justificamos que nos roben millones de dólares en nuestra cara porque a cambio nos hicieron sentir indefensos pero con opción a protección. No importa que nos menosprecien y castiguen por querer salir adelante y ser independientes, no importa que nos quiten la libertad de elegir qué vestir, qué tomar… qué pensar.
Yo soy abiertamente liberal, capitalista y demócrata. No soy consumista, moralista, libertina, ladrona ni asesina. Soy pobre, pero fui mucho más pobre. Sé lo que es pasar hambre durante días seguidos y sé también lo que es salir adelante con esfuerzo, sin limosnas, sin ayuda familiar ni estatal.
El liberal defiende la economía capitalista, esa economía que permitió el desarrollo de la industria, entre ellas la farmacéutica, esa que le permitirá a un médico especializado recetarte algo para combatir la enfermedad que genera tu dolor de estómago, en vez de limitarte a un paliativo al alcance de tu manos.
Así que sal, lee, edúcate, asume tu responsabilidad por el éxito que aspiras tener. En la época de las comunicaciones es nuestra obligación usar el internet para educarnos de fuentes confiables y no solo para ver videos musicales. Si no te gusta una política, analiza su origen, qué la motivó, qué intenta cambiar, qué consecuencias puede arrastrar. Confía en tu sentido común, pero aliméntalo con fuentes verificadas y confiables, no con el opio que cualquier líder político de turno te obliga a consumir. Tú, individuo que me lees, eres más valioso y poderoso de lo que cualquier iglesia, partido o gobierno te ha dicho. Tú puedes cambiar al mundo, pero debes empezar cambiándote a ti mismo.